La
Cirugía Estética y el Arte tienen dos poderosos elementos en común: el amor por
la belleza y la búsqueda del bienestar. Cirujano y artista indagan en el
equilibrio y la proporción entre estructuras y formas para lograr un resultado
armónico. El trabajo de ambos puede reforzar nuestro sentimiento de felicidad.
El del artista porque la contemplación de un lienzo o una escultura o produce una sensación que llega a ser adictiva. Sí, el disfrute del Arte puede crear dependencia y ser tan adictivo como la comida, el sexo o la droga. Lo explica la neurociencia, aludiendo a los sistemas de recompensa situados en nuestro sistema nervioso central y que responden a estímulos externos. Las actividades artísticas, en este sentido, activan neurotrasmisores que producen y regulan la sensación de placer.
El
cirujano plástico, por su parte, hace feliz a las personas cambiando algún
aspecto de su físico. Quien, tras ponerse en buenas manos en el quirófano, se
ve mejor, se siente mejor. El cambio de aspecto y la mejora están íntimamente
relacionados con la autoestima, el cambio, la evolución y la motivación
personal. Lo saben los psicólogos y los “magos del bisturí”, que acaban
teniendo una especial vinculación personal con sus pacientes.
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