¿Qué composición tiene un gel hidroalcohólico?
Un gel hidroalcohólico es un desinfectante de manos con capacidad bactericida y también virucida, que es lo que nos interesa en este caso. Según explican desde el departamento de I+D y Control de calidad de Alcántara Cosmética, “los virus están constituidos por una envoltura vírica formada por una bicapa lipídica, básicamente una capa de grasa, y una estructura proteica. El etanol que contienen los geles hidroalcohólicos es capaz de destruir las proteínas de la envoltura vírica, inactivando al virus. Es por eso que el ingrediente mayoritario de uno de estos geles es el alcohol, que puede ser etanol “o alcohol isopropílico en concentraciones muy altas”.
Concretamente, “instituciones reconocidas como el CDC americano (Center for Disease Control and Prevention) recomiendan usar geles o soluciones con un 60-90% de alcohol, e idealmente con un 70 %”, explican por su parte Ramón Martínez y Pompeu Chiva, del laboratorio de VMV Cosmetic Group (Laboratorios Cosmeticos Lamarvi). Esa concentración, explican, es la mas eficaz gracias a la presión osmótica que ejerce, y es la que contienen los geles de ambos laboratorios. Además, para evitar el efecto deshidratante que tiene el alcohol sobre la piel, se incluyen ingredientes emolientes o hidratantes. En el caso de este último laboratorio, incluyen “aloe vera, betaína (activo hidratante proveniente de la remolacha azucarera), glicerina vegetal y ácido hialurónico”.
Así se hace, paso a paso
Lo primero, es contar con las materias primas necesarias. Estas deben tener una “calidad determinada sin impurezas”, dicen los expertos de Lamarvi, para lo que han de pasar unos estrictos controles de calidad. Una vez formulado el producto, se pasa a la fabricación, donde el primer paso, según nos describen en Alcántara Cosmética, “consiste en dispersar el espesante para formar el gel. Una vez formado, se añade el resto de los ingredientes con agitación continua hasta obtener un producto totalmente homogéneo”. Para realizar esto “es preciso disponer de reactores de producción adecuados para la correcta fabricación, controlando el proceso en todo momento, tanto tiempos de agitación como de homogenización según lo establecido en la orden de fabricación”, añaden.
Una vez terminado este proceso, el producto vuelve a laboratorio, donde vuelve a pasar unos test para asegurar su calidad y que alcanza los porcentajes requeridos de alcohol, “teniendo en cuenta factores como la evaporación o pureza inicial del alcohol utilizado”, indican Martínez y Chiva. Por último, se pasa al llenado, donde se pasa por un último punto de calidad “para garantizar aspectos como el nivel de llenado, etiquetado, marcaje de lote y otros”. Además, “existe un paso final fundamental para las autoridades sanitarias, que implica una revisión de toda la documentación generada desde la entrada de la materia prima hasta el ultimo control llamado “liberación al mercado” que garantiza que ese producto es apto y seguro para su uso”, dicen los expertos.
En casa, ¡no!
No es de extrañar la insistencia de los expertos en destacar los exigentes controles de seguridad y calidad por los que tiene que pasar este producto. Durante las primeras semanas de la pandemia, especialmente, la alarma social ante la falta de estos geles y la desinformación –las autoridades también explicaron que el método más eficaz y recomendado para la población general en su día a día para evitar contagios era el lavado de manos con agua y jabón– provocaron que proliferaran páginas web y vídeos explicando cómo hacer geles en casa, siguiendo la guía que la propia OMS tiene publicada en su web.
Sin embargo, como explican desde Alcántara, “fabricar un gel de este tipo en casa es peligroso. Es a los profesionales del sector, como formuladores o farmacéuticos, a quienes va dirigidos dicha guía”. Primero, porque en una casa no se cumplen las medidas higiénicas requeridas. Segundo, porque las cantidades necesarias son muy precisas; se pueden cometer errores que conduzcan a un resultado tóxico o bien insuficiente, especialmente teniendo en cuenta el desabastecimiento de alcohol existente. “El uso de un producto cuya efectividad puede no ser la necesaria puede dar falsa sensación de protección a las personas que lo usan y exponerlas peligrosamente”, indican desde los laboratorios Lamarvi. Pero, sobre todo, porque el proceso es peligroso: el etanol, glicerol o alcohol isopropílico son reactivos altamente inflamables. Dejémoslo en manos de los profesionales y cumplamos con nuestro único cometido en esta pandemia: quedarnos en casa.
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