Los complementos alimenticios en el paciente oncológico pueden tener utilidad como instrumento que permita aportar la cantidad diaria recomendada de vitaminas y minerales en pacientes con una baja ingesta1. En el siguiente artículo se detallan los grupos más importantes de estos antioxidantes para el paciente oncológico y las sustancias que los integran.
Por la Dra. Margarita Esteban
Tras un diagnóstico de cáncer, se sabe que los suplementos dietéticos son utilizados por entre un 20 y un 80 % de los individuos. Los suplementos son más comúnmente utilizados por los sobrevivientes de cáncer de mama, seguidos por los pacientes con cáncer de próstata, colorrectal y pulmón, lo cual no es sorprendente, ya que estos son los tipos más comunes de cáncer diagnosticados en adultos. Las razones citadas para tal uso incluyen mejorar la calidad de vida, reducir los síntomas relacionados con el tratamiento o el proceso de la enfermedad y la recomendación de los médicos. La familia y los amigos también pueden ser una influencia. Sin embargo, hay controversia en torno al uso de suplementos dietéticos, particularmente durante el tratamiento específico, pues se desconoce si estos suplementos afectan a la eficacia del tratamiento.
Antioxidantes exógenos
Las sustancias antioxidantes exógenas están integradas principalmente por sustancias como las vitaminas A, E, C, carotenoides y los minerales selenio y zinc. Se ha documentado científicamente en muchos casos que los antioxidantes son potenciadores de la salud y que su utilización supone, entre otras cosas, la prevención de enfermedades crónicas y no transmisibles como algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares, entre otras; de ahí la importancia del consumo de alimentos con un alto contenido de sustancias antioxidantes como las frutas y vegetales.
Varios estudios in vitro y en animales han mostrado que la presencia de mayores concentraciones de antioxidantes exógenos impide el daño producido por los radicales libres que se ha asociado a la presencia de cáncer2. Por esta razón, los investigadores han estudiado si el uso de complementos de antioxidantes alimenticios puede ayudar a disminuir el riesgo de cáncer en el ser humano. Hasta la fecha, además de numerosos estudios observacionales, se han publicado varios ensayos clínicos controlados y aleatorizados (ECA)3 que han ofrecido resultados variables.
Vitaminas y carotenoides
Vitamina C
Vitamina hidrosoluble, también conocida como ácido ascórbico. No se almacena en el cuerpo mucho tiempo y se elimina en pequeñas cantidades a través de la orina4.
La vitamina C es un nutriente esencial que, en concentraciones fisiológicas normales, tiene funciones de oxidorreducción (redox). Desde la década de 1970 se han estudiado las dosis altas de vitamina C para el tratamiento de pacientes con cáncer. En los estudios de laboratorio se notificó que las dosis altas de vitamina C tienen propiedades de oxidorreducción y que disminuyen la proliferación celular en las líneas celulares de próstata, páncreas, hígado, colon, mesotelioma y neuroblastoma.
En algunos estudios en seres humanos se observó que las dosis altas de vitamina C IV en pacientes con cáncer mejoraron la calidad de vida y el funcionamiento físico, mental y emocional, así como los síntomas de fatiga, náuseas y vómitos, dolor y pérdida del apetito.
La vitamina C está aprobada como suplemento alimentario; sin embargo, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los EE. UU. no ha aprobado el uso de dosis altas de vitamina C IV para tratar el cáncer u otras afecciones.
Vitamina A / retinol
La vitamina A se utiliza para mejorar la función del sistema inmunitario. También se usa para acelerar el proceso de sanación y favorecer la salud visual. El consumo diario recomendado es de 700 microgramos (2310 unidades internacionales).
Los estudios de la vitamina A no muestran efecto alguno en el riesgo de tener cáncer. Si bien se ha hallado que la vitamina A reduce el crecimiento de las células de cáncer de mama in vitro, la mayoría de los estudios epidemiológicos no han podido establecer una asociación entre la ingesta de retinol y el riesgo de cáncer de mama en mujeres5.
Un amplio estudio prospectivo halló que un aporte superior de vitamina A reduce el riesgo de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas con un historial familiar de cáncer de mama.
Betacaroteno
Es posible que el betacaroteno disminuya el riesgo de tener algunas formas de cáncer. Como hemos apuntado en los estudios sobre antioxidantes y cáncer, existe, entre fumadores, una mayor incidencia de casos de cáncer de pulmón con ingesta de betacarotenos, con lo que estaría prohibida la ingesta de dicho antioxidante en pacientes con estas características6.
En las personas diagnosticadas con cáncer, las dietas ricas en verduras y frutas que contienen toda la variedad de carotenoides (no solamente el betacaroteno) se han relacionado con una disminución de la recurrencia del cáncer. No existen pruebas de que los suplementos hayan contribuido al efecto de protección. Se necesitan más estudios7.
Vitamina E / alfatocoferol
La vitamina E puede ayudar a proteger las membranas de las células contra los efectos perjudiciales de los radicales libres, que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas tales como el cáncer8. La vitamina E también puede bloquear la formación de las nitrosaminas, que son agentes cancerígenos formados en el estómago de los nitritos consumidos en la dieta. También puede proteger contra el desarrollo de cánceres realzando la función inmune.
Por otra parte, el organismo necesita vitamina E para estimular el sistema inmunitario a fin de que este pueda combatir las bacterias y los virus que lo invaden. Ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y a evitar la formación de coágulos de sangre en su interior.
Minerales
Selenio
El selenio es un micromineral o elemento traza; es decir, es esencial para la buena salud, pero solo en pequeñas cantidades. El selenio es incorporado a las proteínas formando las selenoproteínas, consideradas enzimas antioxidantes. Ayuda a prevenir el daño celular producido por los radicales libres, contribuye en la regulación de la glándula tiroides y tiene un rol importante en nuestro sistema inmune, entre otras funciones. Existen dos reservas importantes de selenio en nuestro organismo. Una proviene del selenio proveniente de la dieta (seleniometionina) y la otra del hígado, a través del selenio presente en una enzima hepática (glutatión peroxidasa). Los alimentos vegetales, como las verduras, son las fuentes de selenio más comunes en la dieta.
Este mineral previene el daño celular causado por la oxidación de radicales libres, es decir, que previene el envejecimiento celular y la aparición de enfermedades crónicas como cáncer y cardiopatías.
En cuanto al cáncer9, los estudios ecológicos de Schamberger y de Clark, realizados en Finlandia y EE. UU., mostraron que la incidencia del cáncer de mama se correlacionaba inversamente con la exposición al selenio. Pero estos estudios no nos permiten extraer conclusiones definitivas. En tres estudios prospectivos, realizados por Coates, Knekt y Overvad, se observó que el riesgo de padecer cáncer de mama era mayor en las personas con un nivel muy bajo de selenio plasmático. Debemos advertir que Finlandia es un país con uno de los niveles más bajos de este mineral, pudiendo sugerir estos hallazgos que las mujeres con un nivel extremadamente bajo de selenio tienen más riesgo de padecer cáncer de mama.
Zinc
El zinc ha sido durante mucho tiempo conocido por jugar un papel vital en la salud humana. Tanto el exceso de zinc como su defecto pueden causar la muerte celular10. Existe una gran evidencia sobre la conexión del zinc con los estados de enfermedad, incluyendo la neurodegeneración, inflamación, diabetes y cáncer.
En cuanto al cáncer11, existen estudios en los que se ha observado que mujeres menopáusicas con cáncer de mama presentan menor concentración de zinc en el compartimiento eritrocitario, lo que puede constituirlo como un nuevo biomarcador, pronóstico y posible diana terapéutica del cáncer de mama.
Los niveles más altos de zinc intracelular y el transportador de ZIP7 fueron encontrados en los cánceres de mama resistentes a tamoxifeno.
Magnesio
La deficiencia de magnesio es cancerígena12 y, en el caso de los tumores sólidos, un alto nivel de suplemento de magnesio inhibe la carcinogénesis. La deficiencia de la carcinogénesis como del magnesio aumentan la permeabilidad de la membrana plasmática y la fluidez.
Anghileri13 propuso que las modificaciones de las membranas celulares son los principales factores desencadenantes de la transformación celular que conduce al cáncer. Al usar células de cánceres inducidos, encontraron que hay mucho menos magnesio vinculándose a los fosfolípidos de la membrana de las células de cáncer comparadas con las membranas celulares normales. Se ha sugerido que la deficiencia de magnesio puede provocar la carcinogénesis mediante el aumento de permeabilidad de la membrana. Las membranas de las células deficientes en magnesio parecen tener una superficie más suave de lo normal y disminución de la viscosidad de la membrana, análoga a los cambios en las células en la leucemia humana.
Además, encontramos que las principales sales (Pb) son más leucemogénicas cuando se les administra a las ratas con deficiencia de magnesio que cuando se les da a las ratas adecuadas de magnesio, lo que sugiere que el magnesio tiene un efecto protector.
Fitoquímicos
Polifenoles
Un número creciente de sustancias naturales se han identificado como moduladoras del proceso de carcinogénesis. Entre ellas se encuentran los flavonoides, que han demostrado poseer efectos antimutagénicos y anticarcinogénicos. Diversos datos experimentales han demostrado la acción antiproliferativa y anticarcinogénica, así como el papel de agente quimiopreventivo de los flavonoides.
Entre los numerosos fenómenos que tienen lugar durante el proceso carcinogénico y que ofrecen opción para la modulación mediante factores externos, se encuentran la formación de metabolitos carcinógenos, que se forman por la acción de enzimas citosólicas y microsómicas. Estas enzimas controlan este paso crítico en el proceso carcinógeno. Estudios in vivo e in vitro han demostrado que los flavonoides pueden modular su actividad. En experimentos in vitro se ha confirmado el papel protector de la quercitina, la cual ejerce efectos de inhibición frente a células cancerígenas en humanos: en colon, glándula mamaria y ovario, en región gastrointestinal y en la leucemia14.
Una posible explicación a estos efectos anticancerígenos podría derivarse del incremento que algunos flavonoides producen en las concentraciones intracelulares de glutatión a través de la regulación de la expresión de la enzima limitante en su síntesis. Asimismo, en lo que respecta a la prevención del cáncer de mama, podría deberse a su potente capacidad de inhibir la actividad de la aromatasa, evitando de esta forma la conversión de andrógenos en estrógenos15.
Existen estudios que avalan el poder antioxidante de algunos flavonoides como el resveratrol o el té verde, en relación con el cáncer. Debemos seguir estudiando este efecto para poder llegar a una conclusión más firme.
Omega 3
Los ácidos grasos esenciales son aquellos ácidos grasos necesarios para ciertas funciones que el organismo no puede sintetizar, por lo que deben obtenerse por medio de la dieta. Se trata de ácidos grasos poliinsaturados con todos los dobles enlaces en posición cis. Los únicos dos ácidos grasos esenciales para el ser humano son el α-linolénico (18:3ω-3) y el linoleico (18:2ω-6). Si estos se suministran, el organismo humano puede sintetizar el resto de los ácidos grasos que necesita16.
Los ácidos grasos omega 3 son una buena fuente de lignanos, compuestos que podrían tener un efecto estrogénico leve. Cuando una sustancia débil similar al estrógeno ocupa el lugar del estrógeno fuerte natural del cuerpo en el receptor de estrógeno de una célula de la mama, la sustancia débil puede actuar como un antiestrogénico relativo. Al actuar de esta forma, los lignanos podrían ayudar a combatir el tipo de cáncer de mama que depende del estrógeno para crecer. Sin embargo, las investigaciones realizadas hasta el momento para determinar si los ácidos grasos omega 3 influyen en el riesgo de tener cáncer de mama no han demostrado una relación concluyente.
Para el cáncer de mama17 también se ha demostrado el efecto protector de los omega 3, y es así como un estudio realizado en ratas demostró que una dieta enriquecida con DHA indujo una reducción de los tumores mamarios, con un aumento de un 60% en los niveles plasmáticos de la proteína supresora de tumores BRCA1. En los animales que recibieron las dietas enriquecidas con ácidos grasos omega 3 se observó un aumento en la eficacia de los fármacos doxorrubicina y mitomicina C65, los cuales se utilizan para inhibir el crecimiento tumoral. Además, se observó un aumento del efecto inhibitorio del fármaco tamoxifeno en modelos estrógeno-dependientes, lo cual permitiría plantear el potencial uso de los omega 3 como coayudantes en la quimioterapia estándar para el tratamiento.
BIBLIOGRAFÍA
1.«Norman HA, Butrum RR, Feldman E, Heber D, Nixon D, Picciano MF, et al. The role of dietary supplements during cancer the».
2. «Antioxidantes y prevención del cáncer».
3. S y Diego, «ANTIOXIDANTES».
4.«Vitamina C».
5. «Vitamina A».
6. «Beta-caroteno».
7. Redlich et al., «Effect of Supplementation with Beta-Carotene and Vitamin A on Lung Nutrient Levels».
8. «Office of Dietary Supplements – Vitamina E».
9. Schamberger y Frost, «Possible Protective Effect of Selenium against Human Cancer».
10. Press, «Control de zinc podría ser ruta de acceso al tratamiento del cáncer de mama».
11. Bobrowska-Korczak, Skrajnowska, y Tokarz, «The Effect of Dietary Zinc–and Polyphenols Intake on DMBA-Induced Mammary Tumorigenesis in Rats».
12. AC et al., «Magnesium is Basic to Cancer Treatment».
13. Tukiendorf, «Magnesium Intake and Hepatic Cancer».
14. Burkard et al., «Dietary Flavonoids and Modulation of Natural Killer Cells».
15. Srivastava et al., «Quercetin, a Natural Flavonoid Interacts with DNA, Arrests Cell Cycle and Causes Tumor Regression by Activating Mitochondrial Pathway of Apoptosis».
16. Valenzuela B et al., «Ácidos grasos Omega-3 y cáncer, una alternativa nutricional para su prevención y tratamiento».
17. Guirado Blanco, «Ácidos grasos omega-6 y omega-3 de la dieta y carcinogénesis mamaria».
Dra. Margarita Esteban
Vicepresidenta de GEMEON
Clínicas en Bilbao, Vitoria y Pamplona
• Licenciada en Medicina y Cirugía General por la Universidad del País Vasco (junio 1994).
• Máster en Medicina Estética por la Escuela Española de Medicina Estética (febrero 1997).
•Postgrado en Bases científicas en Medicina y Cirugía Cosmética por la Universidad Autónoma de Barcelona (2002).
• Postgrado en Medicina del envejecimiento por la Universidad Autónoma de Barcelona (2004).
• Máster en Calidad de vida y cuidados médico-estéticos del paciente oncológico por la Universidad de Alcalá de Henares (2017).
• Máster en Tricología y microinjerto capilar por la UDIMA (2018)
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