La feminización o masculinización, especialmente la facial, pero también la corporal, son temas que interesan notablemente a hombres y mujeres trans.
Mientras que los hombres trans, gracias a la hormonación, consiguen una apariencia tradicionalmente masculina, en las mujeres trans no siempre se consigue. Especialmente si han vivido una hormonación tardía. Aquí entran en juego las cirugías de feminización facial, es decir, las técnicas quirúrgicas que permiten alcanzar unos rasgos faciales asociados a lo femenino.
Por el Dr. Iván Mañero
Las características físicas que en el mundo animal permiten distinguir entre un macho y una hembra, sea cual sea su especie, es a lo que se llama dimorfismo sexual. Son en estas características en las que, de manera natural, nuestro cerebro se fija para asignar un sexo a un animal o a una persona. Y son en esos mismos rasgos en los que un cirujano plástico se basa a la hora de elaborar técnicas de feminización o masculinización.
Más sobre el dimorfismo
El dimorfismo sexual secundario comprende aquellas características que, en la naturaleza, diferencian un sexo de otro en una especie sin hacer referencia estrictamente a los órganos sexuales. Dicho dimorfismo, aunque no se refiera a los órganos sexuales, sí que está exclusivamente relacionado con la reproducción sexual (diferenciar entre hembra o macho); si bien es cierto que estas diferencias no se dan en todas las especies, como en algunos reptiles.
En algunas especies, la hembra suele ser de mayor tamaño y más fuerte que el macho. En otras, como los mamíferos, a la que pertenece el ser humano, es al revés. Estas particularidades permiten saber a los arqueólogos cuando encuentran un cráneo o una pelvis, por ejemplo, si se encuentran ante los restos de un hombre o de una mujer.
Este dimorfismo es una estrategia de la naturaleza para la reproducción sexual, para facilitar la evolución de las especies. En nuestra sociedad actual estas características diferenciadoras de los sexos han perdido buena parte de su utilidad, pero, sin embargo, siguen muy presentes.
En el ser humano la estructura ósea tiene una gran importancia en el dimorfismo sexual secundario. Por ejemplo, la pelvis es distinta entre hombres y mujeres como consecuencia de la función de gestación de la mujer.
Estas diferencias se dan también a nivel craneal. La cabeza del hombre es distinta a la de la mujer: la forma de la frente, de las cejas, la línea de nacimiento del cabello, la mandíbula, la nariz, la forma de los ojos… son aspectos que, en nuestros antepasados prehistóricos, tenían una función muy distinta dependiendo de si eras un hombre cazador o una mujer cuidadora. Estos aspectos físicos, propios de una evolución para realizar ciertas tareas, han llegado hasta nuestros días. Y, si bien ahora ya no tienen aquella función ancestral, se han quedado en nuestras mentes como una manera de diferenciar entre el aspecto de una mujer y el de un hombre.
Así, dicho dimorfismo está marcado tanto por la genética como por las hormonas, pero también está determinado por la evolución y los roles que desempeñaron nuestros antepasados. Sin embargo, el dimorfismo sexual secundario en el ser humano no es tan evidente como en otras especies.
Qué feminiza o masculiniza un rostro
Son muchos los rasgos –sutiles o no– que conducen a que veamos un rostro como masculino o como femenino. La forma del cráneo es uno de los más importantes. El cráneo masculino tiene las órbitas más cuadradas y más bajas, mientras que las femeninas son más altas y redondas.
Además, la cabeza del hombre dispone de unos arcos supraciliares más marcados y de un abultamiento en la parte superior de las cejas, que probablemente tuvieron una función ancestral en la redistribución del sudor hacia las sienes cuando éramos cazadores y necesitábamos correr detrás de las presas.
Al contrario, la mujer, que tenía un papel más sedentario y de cuidado de la descendencia, no necesitaba esta distribución del sudor, pero sí demostrar una mayor empatía. Por ello tenía unos ojos mucho más grandes (más parecidos a los de sus hijos), con menos arcos óseos que permiten unas cejas más móviles para así poder comunicar, expresar y empatizar mejor con sus criaturas.
Por dicho abultamiento superior de las cejas (que es el techo del seno frontal) podemos distinguir un cráneo masculino de uno femenino. Esta zona es uno de los dimorfismos sexuales más importantes; de ahí que la feminización de la frente sea una de las técnicas más potentes dentro del grupo de cirugías de feminización facial.
Feminización facial
La cirugía de feminización facial es un conjunto de técnicas quirúrgicas que permiten la dulcificación y feminización de los rasgos faciales. Estos procedimientos pueden llevarse a cabo de manera combinada o intervenir en una zona concreta del rostro (tercio superior, medio o inferior).
En el tercio superior de un rostro femenino, el engrosamiento de los huesos que hay por encima de las cejas es una característica que le otorga un aspecto y expresión endurecidos; además, la línea del pelo puede ser un rasgo que masculinice el rostro. Por ello la feminización facial del tercio superior pasa a modificar esta zona. La cirugía consiste en modificar la frente mediante un remodelado del seno frontal para suavizar su prominencia. En la misma intervención también se puede conseguir hacer descender la línea del cabello.
Por otro lado, el rostro femenino suele ser más ovalado, mientras que el masculino tiene tendencia a ser más cuadrado. Por ello en muchas ocasiones también se desea cambiar estos rasgos modificando los ángulos de la mandíbula y del mentón y la altura del labio a través de la cirugía de feminización facial del tercio inferior.
Otras cirugías de feminización facial como la lipoplastia, el aumento de pómulos, la rinoplastia o la bichectomía nos ayudan a feminizar los rasgos del tercio medio y a distribuir los volúmenes faciales.
¿Qué cirugías comprende?
Feminización de la frente
La zona de la frente es uno de los factores de dimorfismo sexual secundarios más evidentes, por lo que esta es una de las cirugías que consigue una mayor feminización facial. En el rostro femenino, el engrosamiento excesivo de los huesos que hay por encima de las cejas es una característica que le otorga un aspecto y expresión endurecidos y masculinos. Además, la forma y la ubicación de las órbitas de los ojos son distintos en los hombres y las mujeres.
Mientras que en ellos son más cuadradas y bajas, en ellas son más redondas y altas. Esto conlleva que la feminización facial del tercio superior pase por una remodelación de la zona frontoorbital y la reconstrucción de la pared anterior del seno frontal, consiguiendo así suavizar el aspecto de la frente y el agrandamiento de los ojos.
Avance de la línea del pelo
Las mujeres suelen tener la línea del pelo más baja y redondeada, además de una frente más corta y suave, y no suelen presentar alopecia temporofrontal, es decir, las conocidas “entradas laterales”.
Mientras, en los varones es habitual que la línea del pelo dibuje una forma de M. La cirugía que redefine la línea del pelo es, junto a la feminización de la frente, una de las más importantes para conseguir una apariencia más femenina del rostro.
Rinoplastia feminizante
Tiene una gran capacidad de feminización del rostro al encontrarse la nariz en el centro de la cara. Esta rinoplastia debe tener en cuenta diversos factores para conseguir una nariz muy femenina; entre ellos, el nacimiento en la frente hasta su unión en el labio superior, la anchura y la forma de las fosas nasales, el contorno y la estructura de la nariz, la giba… Todas estas características pueden determinar si una nariz nos resulta masculina o femenina.
Feminización mandibular
La mandíbula masculina es más cuadrada, grande y vertical que la femenina, de manera que la técnica de feminización de la mandíbula buscará redondear y dulcificar los ángulos de esta y disminuir la distancia entre el mentón y el labio. La cirugía de remodelación mandibular se lleva a cabo por dentro de la boca para no dejar cicatrices visibles.
Tiroplastia
En los hombres, el cartílago tiroides es mucho más prominente y visible que en las mujeres. La cirugía de reducción de la manzana de Adán o tiroplastia consiste, básicamente, en reducir y contornear dicho cartílago para asemejarlo estéticamente al de las mujeres cis.
Bichectomía
La bichectomía o extracción de las bolas de Bichat es una técnica quirúrgica que permite conseguir una cara más fina, alargada y estilizada, con unos pómulos más resaltados.
Feminización del mentón
El masculino suele ser más cuadrado, con ángulos más pronunciados y definidos, con un mayor volumen óseo y una dimensión más vertical que el mentón femenino, que tiende a ser de forma y ángulos más redondeados. La cirugía de feminización del mentón puede modificar diferentes aspectos como el ancho, el alto y la proyección.
Lifting de labios
El espacio que existe entre el labio superior y el inicio de la nariz es más corta en las mujeres que en los hombres. Mientras que en ellas se mantiene parecida desde la niñez a la edad adulta, en ellos se alarga más. Cuando dicha distancia es notoria en las mujeres trans, la cirugía de lifting de labio, que consiste en la reducción de la cantidad de piel de esa zona, es un importante factor de feminización facial.
Esta cirugía, si no se realiza de manera combinada, es corta y no requiere de anestesia general. Además, la cicatriz que queda justo debajo de la nariz es prácticamente imperceptible.
Lipotransferencia feminizante
El rostro del hombre maduro suele tener menos grasa que el de la mujer como consecuencia de la acción de la testosterona. La lipotransferencia feminizante es la cirugía que utiliza grasa de la propia mujer trans para mejorar las facciones faciales, otorgándoles una mayor redondez y voluptuosidad.
Aumento de pómulos
El aumento de pómulos ayuda a dulcificar las facciones, a la vez que otorga al rostro de la mujer un aspecto más sensual y femenino. Además, ayuda a resaltar los ojos y la mirada. Puede llevarse a cabo mediante lipofilling o con prótesis, y se acostumbra a combinar con otras cirugías de feminización facial.
Blefaroplastia feminizante
Aunque la blefaroplastia es una técnica quirúrgica destinada a eliminar el exceso de grasa, piel y músculo que se forma por encima y por debajo de los ojos, también puede tener un objetivo feminizante al poder corregir ciertos volúmenes faciales, la inclinación de los ojos, etc.
Lifting feminizante
Permite remodelar todo el rostro para darle unos rasgos más femeninos. Suele combinarse con otras cirugías.
Dr. Iván Mañero
Cirujano plástico reconstructivo y estético
➤ Licenciado en Medicina y Cirugía (UB) con calificación de Matrícula de Honor.
➤ Fundador del Instituto de Cirugía Plástica Dr. Iván Mañero.
➤ Director de IM CLINIC, centro docente y formativo de residentes.
➤ Director del Máster internacional de Cirugía genital y profesor del Máster de Suelo pélvico en la Universidad de Manresa.
➤ Participante como faculty en el International Master’s Degree in Reconstructive Surgery y profesor en la Cátedra de Anatomía de la UAB.
➤ Autor de numerosas publicaciones científicas y médicas. Coautor del libro Ser Transexual y colaborador de los libros S=EX, La ciencia del sexo y La feminización de la voz de la mujer transexual.
➤ Asesor médico del gobierno cubano y responsable de la puesta en marcha de la Unidad Quirúrgica de Género de Cuba. Director y responsable de la puesta en marcha de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona.
➤ Miembro numerario de SECPRE, AECEP, y de la Global Net Work de la University of Alabama, Birmingham.
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