Repercusiones estéticas de la función excesiva de la glándula sebácea

glandula sebacea

Entre las patologías originadas por la glándula sebácea se encuentran el acné o la dermatitis atópica, enfermedades de sobra conocidas por los dermatólogos. Sin embargo, muchos pacientes solicitan atención médica antes de que las lesiones aparezcan; y hacen bien, puesto que la piel grasa puede ocasionar otras repercusiones estéticas a largo plazo que, sin embargo, son susceptibles de mejorar en gran medida si nos adelantamos y aplicamos el tratamiento adecuado.

Por el Dr. Alexandre Docampo

En una sociedad como la actual, en la que la importancia de la imagen es cada vez mayor, existe una necesidad creciente de lucir una piel sana y acorde con los parámetros de belleza imperantes. Esto hace que los pacientes soliciten atención médica cuando presentan alteraciones todavía sutiles, como son las causadas por una función excesiva de la glándula sebácea.

Antiguamente, el ejercicio de la dermatología se centraba en el manejo de patología grave, con claras repercusiones en la calidad de vida del paciente y en su capacidad de relación con el medio, como podrían ser la psoriasis o la dermatitis atópica. En el campo de la patología originada por la glándula sebácea, enfermedades como el acné o la rosácea son ampliamente conocidas por la población general, y los médicos que las atienden están acostumbrados a tratarlas con mayor o menor éxito. Estas entidades se caracterizan por la aparición de lesiones clínicamente evidentes como comedones abiertos y cerrados (en el caso del acné), pápulas, pústulas, nódulos y quistes.

Sin embargo, muchos pacientes solicitan atención médica para mejorar el aspecto de su piel (y, por consiguiente, su funcionalidad) cuando estas alteraciones aún no se han producido. Aunque todavía no hayan aparecido lesiones claramente detectables a simple vista, las personas con piel grasa ya presentan ciertos cambios que empeoran el aspecto de su piel y que son susceptibles de mejorar en gran manera con el tratamiento correcto.

¿Por qué aparece la piel grasa?

Las principales responsables de mantener la capa lipídica que protege la capa más externa de la piel son las glándulas sebáceas. Estas se componen de unas células denominadas sebocitos, que se desprenden por secreción holocrina y extendiendo el sebo sobre la capa córnea de la epidermis.

Casi todas las glándulas sebáceas están unidas a un folículo piloso, excepto en algunas zonas donde aparecen de forma independiente como son los párpados, los labios o las areolas. Por ello, cuando producen patología, podemos identificar su origen en el lugar de salida del pelo en la superficie cutánea. No están presentes en las palmas de las manos ni en las plantas de los pies. En cambio, en la cara son mucho más numerosas que en otras localizaciones. Son especialmente abundantes en la nariz y las áreas de las mejillas más próximas a ellas, así como en la región interciliar y en el mentón. Esto contribuye en parte a las características tan especiales que presenta la piel de la cara. Por ello, cuando hay una producción de sebo más elevada de lo habitual, la primera zona a la que afecta es la región centrofacial.

Excepto en algunas zonas, casi todas las glándulas sebáceas están unidas a un folículo piloso. Por ello, cuando producen patología, podemos identificar su origen en el lugar de salida del pelo

Aunque están presentes desde el nacimiento, en general la actividad de las glándulas sebáceas se encuentra muy disminuida durante la niñez, y no es hasta el inicio de la adolescencia cuando su actividad se empieza a incrementar de forma significativa. Esto coincide con la edad de aparición del acné, mediado por, entre otros factores, la hiperproducción de sebo. Este incremento de la producción de sebo está influenciado por los andrógenos, tanto por un aumento en términos cuantitativos de su concentración como por una sensibilidad incrementada a ellos en las glándulas sebáceas (lo que explica la aparición de seborrea en mujeres sin otros datos de hiperandrogenismo). Es desde este momento cuando las glándulas sebáceas pueden hacer que un paciente experimente alteraciones en la piel que debemos conocer para ofrecerle un tratamiento adecuado.

ANTES Y DESPUÉS
Mejoría de la estética facial con el control de la función sebácea. En la fotografía de la izquierda se aprecia el daño textural causado por la hipertrofia de la glándula sebácea. En la imagen de la derecha se aprecia la gran mejoría en el aspecto de la piel de la misma paciente tras un tratamiento orientado a disminuir la función sebácea

Las repercusiones estéticas

Además de ser uno de los factores causales de enfermedades más conocidas como el acné, las glándulas sebáceas hipertrofiadas producen cambios en la piel del paciente. Es habitual que los pacientes acudan a consulta aquejando que tienen el “poro abierto”. Una de las causas de esta condición es la secreción excesiva de sebo, que dilata la apertura folicular. Además, como la glándula hipertrofiada se sitúa alrededor del poro, esta dilatación del orificio es más aparente.

También contribuyen a una peor apariencia de la piel, puesto que, al dilatarse, producen pequeños “bultitos” sobre la piel, que son apreciables al explorar la piel con una lupa y confieren a la piel un aspecto rugoso, con textura. A mayor número de glándulas sebáceas, más importante es este daño textural, por ello se revela en sus fases más precoces en la región centrofacial.

Las glándulas sebáceas hipertrofiadas juegan un papel muy importante en el proceso de envejecimiento cutáneo, pues se sitúan en los bordes de las arrugas, haciendo que estas sean mucho más evidentes

Además, juegan un papel muy importante en el proceso de envejecimiento cutáneo, ya que las glándulas hipertrofiadas se sitúan en los bordes de las arrugas, haciendo que estas sean mucho más evidentes. Con el tiempo, la piel de algunos pacientes ancianos adquiere incluso un aspecto en empedrado debido a la gran cantidad de glándulas sebáceas hiperfuncionantes que poseen. Algunas de ellas son tan grandes que se vuelven verdaderos tumores benignos, conocidos como hiperplasias sebáceas, que afectan principalmente a la región frontal. El exceso de producción de sebo puede hacer que la piel, entendida como un órgano en su conjunto, reduzca la producción de otras sustancias importantes para mantener una piel sana y tersa como puede ser el colágeno.

Otro aspecto relevante en su influencia en el aspecto de la piel es su capacidad de generar una inflamación de bajo grado. Muchas veces el sebo que producen es irritante, produciéndole al paciente alteraciones de la barrera cutánea que se traducen clínicamente en grados variables de eritema y una sensibilidad exacerbada hacia los estímulos del medio externo.

El exceso de sebo sobre la epidermis genera a su vez un campo propicio para la proliferación de microorganismos. Entre ellos destaca el Cutibacterium acnes, bacteria de la cual es sobradamente conocida su implicación en la fisiopatogenia del acné. También favorece la colonización por ácaros del género Demodex. Estos habitan de forma comensal en el infundíbulo folicular de muchos humanos sin generar patología alguna. Sin embargo, los orificios foliculares dilatados debido a la hiperfunción sebácea favorecen su entrada en un mayor número de poros, y el exceso de sebo les proporciona una abundante fuente de alimento. Cuando su número es muy elevado (un cuadro denominado demodecidosis), empiezan a generar disconfort al paciente. Este suele aquejar una descamación fina, intolerancia al uso de productos cosméticos e incluso la presencia de pequeñas espículas de queratina sobre la piel, que se pueden llegar a apreciar a simple vista.

Conclusiones

Muchos de los aspectos asociados a una peor estética de la piel facial en pacientes con piel grasa están causados en mayor o menor medida por la hiperfunción de la glándula sebácea. Por ello, para manejar de forma satisfactoria a estos pacientes, es necesario conocer el origen de estas alteraciones, ya que regulando el funcionamiento de la glándula sebácea es posible conseguir una piel estéticamente bella y funcionalmente sana.