Modelado de nariz mediante injertos de grasa e injertos de cartílago inyectable

El uso de materiales de relleno inyectables en medicina estética facial es una práctica extremadamente común. Su objetivo suele ser la mejora de los rasgos faciales o la ocultación de imperfecciones mediante la inyección de varios tipos de sustancias sintéticas reabsorbibles. Junto a estos procedimientos, y aunque menos frecuentes, se encuentran las rinoplastias no quirúrgicas que usan materiales biológicos autólogos con el mismo objetivo: mejorar la estética nasal mediante la inyección, en este caso, de tejido adiposo o de cartílago.

Por el Dr. Juan Monreal

A finales del siglo XIX, el uso de la parafina revolucionó el mundo de la “medicina estética” de entonces, al permitir realizar correcciones nasales (y de otro tipo) mediante la inyección de esta sustancia, lo que evitaba la necesidad de intervenciones quirúrgicas más complejas.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que comenzaron a aparecer los primeros problemas derivados de la inyección de parafina y otras sustancias sintéticas (como la gutapercha o la vaselina). En 1912, Eugene Hollander ya publicó el uso de injertos de grasa, en vez de parafina, para realizar correcciones nasales y otras imperfecciones faciales. Los injertos de grasa, aunque por aquel entonces eran poco fiables, resultaron ser mucho menos peligrosos.

Por diferentes motivos, los injertos de grasa cayeron en el olvido hasta bien entrada la década de los 90, cuando comenzaron a popularizarse de nuevo gracias, entre otros, al Dr. Coleman. Hace años, por tanto, que el mundo de la rinoplastia también incorporó este concepto, con el objetivo de ofrecer a los pacientes una alternativa sencilla y poco invasiva de mejorar estéticamente la nariz.

Rinoplastia no quirúrgica

La también conocida como rinoplastia líquida o rinomodelación consiste en mejorar los rasgos nasales mediante la inyección de materiales sintéticos en el interior de los tejidos blandos de la nariz. Los materiales más comúnmente empleados son el ácido hialurónico y la hidroxiapatica cálcica, ambos reabsorbibles y con periodos de reabsorción variables que pueden oscilar entre los 6 y los 18 meses según multitud de factores, como la cantidad y modo de inyección o el grado de reticulación en el caso de los ácidos hialurónicos.

Al lado de este tipo de procedimientos se encuentran los tipos de rinoplastia no quirúrgica que usan materiales biológicos autólogos con el mismo objetivo: mejorar la estética nasal mediante la inyección, en este caso, de tejido adiposo o de cartílago. Veremos en qué consiste cada una de estas alternativas y cuáles son sus ventajas y sus inconvenientes.

En 1912, Eugene Hollander ya publicó el uso de injertos de grasa, en vez de parafina, para realizar correcciones nasales y otras imperfecciones faciales. Aunque entonces eran poco fiables, eran mucho menos peligroso

Modelado mediante injertos grasos

Desde hace más de un siglo, los injertos de grasa se llevan empleando como forma de tratamiento de múltiples patologías, y también como medio para mejorar estéticamente los rasgos faciales y corporales. Su versión contemporánea como forma de modelar la silueta de la nariz no llegó hasta finales de la década de los 90, cuando se evidenció su seguridad, fiabilidad y potencial en este campo.

Aunque su uso más extendido es en modelado de narices no operadas, también tienen una gran utilidad en la corrección de defectos posteriores a rinoplastias convencionales. En cualquiera de estos escenarios, los injertos de grasa pueden usarse para modelar el dorso nasal, la punta o la base de la nariz.

En realidad, no existe una forma única de hacer injertos de grasa, ya que la obtención, el procesado y la inyección del tejido adiposo debe adaptarse a cada localización corporal. En el caso particular de la nariz, el tejido obtenido se inyecta también en los tejidos blandos nasales pero con una gran diferencia: el material que se ha inyectado está vivo y necesita sobrevivir en su nueva localización para que los resultados sean duraderos, de lo contrario desaparecerá en poco tiempo. Tanto el ácido hialurónico como la hidroxiapatita no necesitan “sobrevivir” para proporcionar el resultado, basta con que exista una tolerancia por parte de nuestro cuerpo.

modelado de nariz

Al contrario de lo que ocurre con el uso de inyectables sintéticos, con los cuales no suele ser necesario ningún tipo de anestesia, el uso de injertos de grasa requiere como mínimo de anestesia local. Primero porque es preciso obtener una cierta cantidad de tejido adiposo de una zona donante, como puede ser el abdomen o la cara interna de una rodilla. Segundo, porque el tamaño de las cánulas, con las cuales se procede a la implantación en la nariz, es mayor, y se ocasionarían molestias intolerables. Las agujas, de cualquier calibre, no son nada recomendables durante la inyección de grasa para evitar, entre otras cosas, graves complicaciones.

Modelado con injertos de cartílago

Aunque se trata de un tejido sólido, el cartílago también se puede procesar para convertirlo en una sustancia inyectable. En este caso, el procedimiento consiste en obtener una pequeña fracción de cartílago, normalmente de una oreja, que será adecuadamente convertida en una “pasta” que puede ser inyectada a través de agujas o cánulas convencionales.

Al contrario de lo que ocurre con el uso de injertos de grasa, que son fácilmente obtenibles de zonas donantes muy abundantes y con los cuales se puede tratar toda la nariz, los injertos de cartílago se emplean para correcciones menores y menos ambiciosas. Evidentemente, esta limitación viene dada porque las fuentes de cartílago y su volumen potencial son mucho más escasos.

Aunque es un tejido sólido, el cartílago se puede procesar para convertirlo en una sustancia inyectable. Se tomará una pequeña fracción, normalmente de una oreja, que se convierte en una “pasta” inyectable con aguja o cánula convencional

Ventajas, inconvenientes y complicaciones

Como ocurre con cualquier otro tipo de tratamiento médico, cada modalidad tiene sus ventajas, sus inconvenientes y sus potenciales complicaciones.

Las ventajas de los injertos de grasa o de cartílago inyectable son las de contar con un material biológico del propio paciente, que ofrecerá resultados permanentes si se realiza de la forma adecuada. Una vez que las células contenidas en el injerto han conseguido sobrevivir, proporcionarán un resultado estable con el paso de los años. En este sentido, no suele ser necesario repetir las inyecciones cada cierto tiempo, ya que el material inyectado no desaparece. Al tratarse de tejidos autólogos del propio paciente, no hay lugar a reacciones o comportamientos anómalos.

Las desventajas de los injertos de grasa o de cartílago inyectable derivan principalmente de su complejidad. Si hablamos del modelado nasal con inyectables sintéticos hablamos de comodidad, ya que el procedimiento puede estar terminado en apenas 15-20 minutos, con molestias mínimas para el paciente y un resultado prácticamente instantáneo. Las técnicas que emplean tejido adiposo o cartílago son más complejas, ya que precisan minintervenciones realizadas bajo anestesia local y que no proporcionan un resultado final instantáneo. La curva de aprendizaje es también mucho más prolongada, ya que es necesario tener conocimientos técnicos para obtener adecuadamente el tejido, procesarlo convenientemente e inyectarlo de forma precisa.

Las complicaciones o efectos indeseados que pueden aparecer con todas las formas de modelado nasal no quirúrgico tienen un punto común: la inyección de sustancias en un área anatómica con una vascularización especial. Aunque la inyección intravascular es bastante rara, se trata de una complicación de extrema gravedad que suele tener consecuencias devastadoras e irreversibles como necrosis de tejidos o ceguera. La inyección intravascular resulta más frecuente con los rellenos sintéticos, ya que durante la inyección de los mismos se suelen emplear cánulas o agujas especialmente finas con las que puede resultar más fácil depositar el relleno de forma involuntaria dentro del vaso sanguíneo. Los injertos de grasa o de cartílago inyectable se depositan mediante cánulas más gruesas con las cuales resulta mucho más improbable (aunque no imposible) realizar una inyección intravascular.

El rey indiscutible del modelado no quirúrgico de la nariz es el relleno mediante inyectables sintéticos. Su rapidez de ejecución y sus resultados casi inmediatos son un atractivo que no se puede desestimar. Los injertos de grasa o de cartílago inyectable pueden resultar una alternativa interesante a la inyección de materiales sintéticos reabsorbibles en pacientes que buscan una forma de modelar su nariz más estable en el tiempo.