Nuevas tecnologías de ultrasonidos focalizados dispersos

La tecnología de ultrasonidos focalizados de alta intensidad, en su nomenclatura en inglés (High Intensity Focused Ultrasound), es una técnica terapéutica médico-quirúrgica que apareció inicialmente los años 50 y se ha utilizado desde entonces en tratamientos extracorpóreos o endocavitarios con el objetivo de generar un calentamiento selectivo en una zona determinada dentro de un tejido diana, en unos puntos muy concretos. El hecho de que sea focalizado limita el campo de acción y salvaguarda los tejidos de arriba y abajo, así como los adyacentes.

Por la Dra. Elvira Ródenas

En medicina estética los HIFU nos permiten llegar a zonas de tratamiento a las cuales no se puede llegar con otras tecnologías como el láser, la luz pulsada o la radiofrecuencia (RF). Esta tecnología puede causar efectos de desnaturalización y coagulación de proteínas y destrucción de tejido graso, entre otros efectos, de forma muy controlada y eficaz, sin dañar los tejidos sobre los que no incide, ya que no se irradia ni su acción ni el calor, como pasaría con un láser o con algunas radiofrecuencias.

Su valor en medicina estética

La tecnología HIFU, con sus diferentes fabricantes y variaciones, ha facilitado la evolución positiva del mundo de la medicina estética hasta convertirse, hoy por hoy, en la única herramienta no invasiva de la cual disponemos para producir efectos térmicos subcutáneos sin dañar la superficie, permitiéndonos interactuar en el SMAS (sistema musculoaponeurótico superficial) y en los tejidos adiposos subcutáneos.

También nos permite destruir de manera precisa los adipocitos que nos interese eliminar o disminuir en número, en una profundidad concreta que habremos visualizado antes por ecografía, puntualmente en las líneas y los puntos donde actuamos y que, de otra manera, no sería posible salvo mediante técnicas quirúrgicas.

Para el tratamiento de la flacidez estos puntos serán más superficiales y, en las zonas donde haya muchas fibras, favorecerá la desnaturalización puntual del colágeno. Esto precipita la nueva formación masiva de nuevo colágeno, que engrosará estos tractos fibrosos puntuales o lineales que densificarán y tensarán la piel. Con esta interacción directa nos ofrece, primero, una opción segura para recuperar la adhesión del resto de la piel a la estructura muscular. En un plano más profundo podríamos, por este mismo sistema, pegar el músculo al SMAC para tensar puntos profundos a los que nunca llegaríamos con otras técnicas, evitando así el efecto pernicioso de la pérdida de elasticidad del tejido conectivo.

Junto a técnicas combinadas con métodos mínimamente invasivos o con otros tipos de tecnología nos asegura un rejuvenecimiento facial a la carta, con la posibilidad de tratar todas las capas de la piel y conseguir efectos clínicos visuales no solamente temporales sino también de media y larga duración.

Es, finalmente, una técnica sencilla, prácticamente sin efectos secundarios; y, si aparecen, son fáciles de manejar por los médicos. Se trata de una tecnología de uso únicamente médico; si se requiere a un técnico sanitario será siempre con la continua supervisión medica.

Para una mejor ejecución y precisión conviene –nosotros así lo hacemos– que haya un control ecográfico continuo (antes, durante y después del tratamiento) de la zona a tratar para saber exactamente en la capa de tejido donde estamos actuando y, de esta manera, obtener el efecto deseado; es decir, muy preciso. Así no hay posibilidad de actuar en estructuras que no queremos dañar y evitamos efectos indeseados (como pequeñas quemaduras internas).

Es, actualmente, la única herramienta no invasiva que nos permite producir efectos térmicos subcutáneos sin dañar la superficie, permitiéndonos interactuar en el SMAS y en los tejidos adiposos subcutáneos

Evolución de la aparatología

La base de la emisión de ondas HIFU es el transductor que genera la onda ultrasónica.

Esta tecnología, basada en emisores piezoelectricos diminutos, normalmente emite ondas con alta frecuencia, de entre 2 MHz y 10 MHz (según el fabricante). Luego se colocan en filas en una pieza de cerámica semiesférica con curvatura determinada. La curvatura parabólica envolvente determina el punto focal (con forma de esferoide) donde coinciden todas las ondas generadas. Este efecto acumulativo o efecto lupa consigue que la suma de todas las ondas incidentes alcance la máxima intensidad térmica posible; de hecho, se logran temperaturas en el núcleo de cada esferoide de entre 65 y 100 ºC. Esta intensidad térmica normalmente es regulable para evitar quemaduras innecesarias.

Todos los equipos de nueva generación son de fabricación coreana y han superado con creces a los más antiguos, de emisión continua puntual, que causaban mucho dolor y, a veces, quemaduras profundas.

Los cabezales o trasductores suelen ser de distintos tamaños y profundidades de acción (fig. 1):

  • Cartuchos de 1,5 y 2 mm. Orientados a causar una desnaturalización y coagulación de proteínas en la dermis. Con ello se consigue lo mismo que haría un láser, una RF o una RF infiltrada: un efecto de neocolagénesis con producción de colágeno tipo I y III, como lo indican diversos estudios.
  • Cartucho de 3 y 4,5 mm. Orientados realmente a interactuar con el SMAS. Es preferible usar sistemas de sondeo ecográfico para saber la profundidad de esta capa, ya que según la zona a tratar puede estar a una profundidad u otra.
  • Cartuchos de 6, 9, 11 y 13 mm (o más). Suelen tener como objetivo la eliminación del tejido graso subcutáneo. Además, en estos casos se usan frecuencias de 2 MHz para adaptarse a la inercia térmica del panículo adiposo y conseguir unos resultados homogéneos.
ultrasonidos focalizados
Fig. 1. Alcance de los distintos cabezales de cualquier equipo HIFU. Mientras que los dos más superficiales se quedan en la piel, el tercero es capaz de penetrar en el tejido graso

Existen cartuchos de distintas emisiones; unos emiten en líneas de puntos dispersos o difusos y otros, de última generación, que hacen líneas y actúan más rápido. Asimismo, hay, de los dos sistemas anteriores, unos orientados al tratamiento facial y otros al corporal, con distinto tamaño y profundidad de acción, que generan pequeñas microquemaduras dispersas.

Buen uso de la energía

La forma de emitir la energía se suele medir en joules (julios). Hasta la fecha, para poder conseguir una temperatura de actuación eficaz, se utilizan energías de entre 0,5 mJ a 3 mJ por punto. La energía se emite en puntos equidistantes a lo largo de la longitud del cartucho; es común tener un recorrido de entre 30 y 25 mm. Se regula la distancia entre puntos para optimizar al máximo el efecto clínico y, con ello, la mejora de la adherencia de la piel y la flacidez a la fascia muscular. El uso de energías altas a distancias cortas es menos tolerado por los pacientes; esto nos obliga a reducir la energía por punto hasta niveles bajos, llegando a multiplicar por 10 el número de pases finales, buscando con ello un compromiso entre energía y distancia entre puntos que nos ofrece un tratamiento indoloro y en el cual minimizamos los efectos no deseados.

Detalle de la incidencia de un cabezal de 4,5 mm en el que puede apreciarse cómo el disparo llega a la fascia que hay encima del músculo

A lo largo de los últimos años hemos ido adaptando la energía a la tolerancia para evitar molestias a los pacientes, realizando en una misma sesión más pasadas. Últimamente se ha perfeccionado una nueva técnica en la que, en vez de emitir el HIFU punto a punto, se transmite la energía de forma continua, sin parada, de tal manera que la energía total es la misma pero dispersa. Se siguen los mismos conceptos de los cartuchos HIFU conocidos hasta el momento, pero repartiendo la energía de una forma mucho más inteligente. Esta, tal vez, va a ser la nueva forma de emitir HIFU de aquí en adelante. Desde luego, los resultados, tanto inmediatos como a largo plazo, son prometedores: sin dolor, sin eritemas, con multipases y en una única sesión, con un tiempo de tratamiento bastante más rápido.

Todos los equipos de nueva generación son de fabricación coreana y han superado con creces a los más antiguos, de emisión continua puntual, que causaban mucho dolor y, a veces, quemaduras profundas

Tratamiento y revisión

Podemos tratar todas las partes del cuerpo, aunque las zonas más demandadas suelen ser cartucheras, abdomen, rodillas, brazos, papada y cara interna de muslos. En este último caso usaremos los cabezales más profundos para remodelar y quitar grasa sobrante y, después, subiremos de nivel y seleccionaremos en la misma sesión u otra los cabezales más superficiales para tonificar la piel.

Habitualmente se suele hacer una revisión y retoque a los dos meses; de esta forma perfeccionamos del todo el remodelado y el rejuvenecimiento. La pérdida de grasa es definitiva; ya no se recupera en esa zona, pues muchos de los adipocitos se han roto y han muerto. En el caso de la flacidez habrá que ir revisando y complementar cada dos años con más ultrasonidos o con radiofrecuencia.