La aplicación de la telemedicina en el sector de la estética

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La situación sanitaria mundial ha acelerado los procesos de transformación digital en la mayoría de los sectores económicos, consolidando la vía telemática como la forma preferida por las empresas y administraciones para comunicarse con sus interlocutores.

La medicina, y más concretamente, la medicina estética, no han sido una excepción. La telemedicina es una herramienta de gran eficacia para el desarrollo de la profesión y la relación con el paciente; sin embargo, tiene sus ámbitos de aplicación de preferencia y también sus limitaciones.

Por Macarena Iturmendi

La actual pandemia mundial ha acelerado e implantado de una forma más consolidada procesos ya existentes y favorecedores en las relaciones médico-paciente. Es el caso de la telemedicina, cuya aplicación se extiende a todas las especialidades médicas, entre ellas la medicina estética, constituyendo en la actualidad una de las herramientas más eficaces en el uso de las tecnologías de la información y comunicación en el ámbito sanitario.

Seguimiento sí; diagnóstico no

La telemedicina aplicada a la medicina estética resulta un complemento adecuado y especialmente útil en el seguimiento del paciente. No obstante, es diferente en el caso del diagnóstico. En este terreno, si bien puede ser utilizada como un primer acercamiento para conocer las necesidades del paciente e informarle de las diversas alternativas de tratamiento e incluso valorar preventivamente sus necesidades reales, recomendamos que el diagnóstico definitivo se realice de forma presencial en consulta, así como la asistencia de situaciones de urgencia, a efectos de prevenir posibles responsabilidades.

El diagnóstico supone el pilar fundamental en el ejercicio de la medicina, especialmente en el ámbito de la estética, donde la evaluación y exploración visual y personalizada del paciente resultan esenciales a la hora de pautar el tratamiento más adecuado a sus necesidades. Es por ello que el almacenamiento de imágenes y su visualización, por un lado, otorga al profesional más tiempo para el estudio del caso; pero por otro lado, en ocasiones, la calidad de estas imágenes no resulta la deseada, pudiendo distorsionar la situación real de la zona a tratar del paciente, el origen de las alteraciones que sufre y sus expectativas.

Los ámbitos idóneos

Especialmente interesante resulta la utilidad de la telemedicina para la medicina estética en la primera consulta informativa, en el traslado de la información verbal y del documento de consentimiento informado del tratamiento a realizar, y en la evaluación y el seguimiento posoperatorio del paciente tras la realización del mismo.

La telemedicina resulta especialmente útil en medicina estética en el traslado de la información verbal y del documento de consentimiento informado y en la evaluación y el seguimiento posoperatorio del paciente

La historia clínica debe documentarse de forma escrupulosa, y así, los datos, intervenciones e incidentes pueden grabarse de modo inmediato en la historia electrónica. Las imágenes digitalizadas deben ser archivadas de modo que puedan ser revisadas fácilmente cuando sea necesario. Dado el riesgo añadido en materia de responsabilidad profesional que la telemedicina puede experimentar, debe extremarse el cuidado con el que se maneja la historia clínica.

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Consentimiento específico

En el ámbito de la medicina estética, la información dispensada al paciente cobra una especial relevancia, y reviste una importancia clave en los asuntos de responsabilidad médica ante los Tribunales, siendo asimismo parte capital de la telemedicina. Antes de obtener el consentimiento, el médico debe cerciorarse de la capacidad del paciente o, cuando así proceda, de sus allegados. En la telemedicina, el consentimiento no se refiere solo a lo que pueda ocurrir durante el examen o tratamiento, sino que ha de incluir el uso que pueda hacerse de los registros de texto o imagen de una teleconsulta.

La telemedicina se desarrolla en un contexto complejo que requiere cuidar de modo especial las normas sobre confidencialidad y privacidad del paciente, quien deberá ser consciente de que la información sobre su salud puede ser conocida por las personas que colaboran con el médico o que son consultadas por él, y deberá consentir que así se haga. Del mismo modo, y debido al riesgo inherente a ciertos tipos de teletransmisión de datos de que la información sea robada o se filtre a otros destinos, el médico tiene la obligación de proteger, mediante el cifrado u otros procedimientos de seguridad, la confidencialidad de la información que transmite.

Al objeto de evitar posibles reclamaciones en el ámbito de la telemedicina es importante seguir un código de buenas prácticas que nos ayude a prevenirlas, por lo que cobra especial importancia el uso de herramientas tecnológicas seguras que garanticen la intimidad y la correcta comunicación y conexión entre los interlocutores. Igualmente, deben garantizar la identificación del médico –y de su especialidad y titulación– y del paciente.

Resulta imprescindible informar de las condiciones de la consulta telemática y de sus limitaciones. Asimismo, es fundamental que tanto la información prestada como las alternativas propuestas consten anotadas en la historia clínica del paciente.