Alrededor de la comida hay todo un arte establecido haciendo del comer un placer. Y cuando los especialistas en nutrición desposeen a la cocina de este componente lúdico que la hace atractiva, la transforman en DIETA dejando de ser gastronomia.
Ligados a la comida hay un montón de pensamientos, emociones y literatura que le dan valor desde tres puntos de vista distintos como son: la comida como necesidad fisiológica, la gastronomía como arte, y la dieta como rutina de nuestra sociedad medicalizada.
El doctor José Contreras, especialista en medicina estética, aparato digestivo y jefe de servicios médicos en BB&S TOTAL BEAUTY, y la doctora Cecilia Sanz, especialista en medicina estética y master en nutrición. Especializados en tratamientos de la obesidad y el adelgazamiento con su sistema exclusivo LIPOMED nos responden a muchas de las dudas que aún hay sobre nuestra forma de alimentarnos y sus consecuencias.
¿Cuando hablamos de obesidad?
Así pues, ¿Quién es obeso? Debemos tener un método para definir quién pasa esa delgada línea roja que nos permita conocer si una persona es obesa o no. Una de las reglas que utilizamos hoy con más frecuencia es el índice de masa corporal (IMC).
Un IMC mayor de 30 indica obesidad, pero este criterio es insuficiente. Hay que tener en cuenta la proporción de músculo, grasa, agua, el sexo, la edad y otros factores que determinan si la persona es obesa o tiene sobrepeso.
Mucha gente se somete a dieta y no consigue adelgazar. ¿Qué razones pueden existir?
A pesar de los 40.000 años que han transcurrido, el genoma recuerda a nuestro organismo que debe almacenar grasas en previsión de épocas más difíciles.
Dicho esto, el especialista deberá preguntarse si la dieta que se está utilizando es la adecuada para nuestro metabolismo, haciéndose preguntas como:
- ¿Y si nuestro gasto energético es menor de lo teóricamente calculado?
- ¿Estamos siguiendo la dieta de manera adecuada o creemos que la estamos siguiendo?
- ¿Una actividad física mínimamente relevante implica un freno al adelgazamiento?
- ¿La presencia de un metabolismo basal muy disminuido mejoraría con actividad física y un aporte adecuado de proteínas, hidratos y grasas, a pesar de tratarse de una dieta hipocalórica?
- ¿Existen trastornos endocrinológicos, como el hipotiroidismo?
¿Hay alimentos con imagen de ser inocentes en nuestro plato y luego esconden mas calorías de las que pensábamos? Sí, existen múltiples ejemplos:
- Frutos secos: son beneficiosos porque tienen grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, pero tienen grandes cantidades de calorías.
- Harinas y cereales integrales: son muy saludables por muchos motivos, pero no adecuados salvo en pequeñas cantidades para perder peso por su valor calórico.
- Frutas: Su composición se basa en agua e hidratos de carbono, por lo que en grandes cantidades no ayudan a perder peso, aunque sí son útiles en cantidades moderadas porque aportan sensación de saciedad.
- Productos light: Un producto light es aquel que tiene una reducción mínima del 30% del valor energético respecto al alimento de referencia. Hay que mirar detenidamente su composición por ración y estimar las raciones que consumimos al día. Muchos de estos productos tienen menos calorías que su homólogo «no light» pero aún así aportan bastantes. Son ejemplos los postres light, helados light, margarinas o quesos entre otros.
- Mención especial a los refrescos de cola light y otros semejantes: Hay personas que creen que no aportan apenas calorías, y sacian la sed con estas bebidas en vez de con agua, ignorando que únicamente con ellos toman hasta la mitad de las calorías que necesitan al día.
¿La actitud mental puede engordar?
El pensamiento no engorda, pero el estado de ánimo influye de manera importante en el comportamiento alimentario. Los estados de ansiedad y depresión predisponen a la ingesta compulsiva.
Existe una teoría que afirma que el estrés emocional mantenido eleva los niveles de cortisol en sangre, que es una hormona de estrés que actúa también fomentando la retención hídrica y la formación de depósitos grasos.
