Según datos recientes procedentes del Informe Global de Procedimientos Estéticos de la International Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS), los procedimientos quirúrgicos estéticos aumentaron un 14,9 %. Un porcentaje que a fecha de hoy no para de crecer, demostrando que entre las cirugías faciales más frecuentes se incluyen la blefaroplastia, la rinoplastia, el lifting facial y la otoplastia. Y es que, cada vez son más las personas que deciden mejorar la forma o posición de sus orejas y no únicamente por estética, sino por bienestar emocional.
¿Pero, qué es una otoplastia?
La otoplastia es una intervención quirúrgica que reposiciona las orejas prominentes para que adopten una apariencia más equilibrada y natural respecto al cráneo. En términos sencillos, consigue que las orejas estén “más pegadas” a la cabeza, reduciendo su proyección lateral. Igualmente, puede emplearse para reducir el tamaño del pabellón auricular, corregir asimetrías o reconstruir partes faltantes por malformaciones o traumatismos.
Técnicas quirúrgicas, de lo clásico a lo mínimamente invasivo
Durante años, la otoplastia se ha realizado siguiendo técnicas muy consolidadas en cirugía plástica. Los métodos de Converse, Stenström o Pitanguy son referentes clásicos: implican una incisión discreta detrás de la oreja para exponer el cartílago, remodelarlo y fijarlo en una nueva posición más estética. Estas técnicas garantizan resultados duraderos y naturales.
En la actualidad, sin embargo, numerosos cirujanos combinan o sustituyen estas técnicas por procedimientos menos invasivos, basados en suturas internas permanentes sin necesidad de incisiones amplias. Estas técnicas de “otoplastia sin cicatriz visible” reducen el tiempo de recuperación y el riesgo de complicaciones.
Cuando se trata de reconstruir completamente una oreja ausente o deformada (microtia), los especialistas suelen recurrir a la técnica de Brent, un procedimiento complejo que se realiza en cuatro fases a lo largo de unos dos años, con el fin de recrear una oreja de apariencia y estructura natural.
También pueden corregirse deformidades específicas, como la hiperproyección por ausencia del antihélix o del hélix, zonas del cartílago que definen la forma curva característica de la oreja.
¿Quiénes pueden someterse a una otoplastia?
Lo cierto es que tanto niños, como adolescentes o adultos son excelentes candidatos para esta cirugía. Eso sí, los especialistas recomiendan realizarla a partir de los 4 años, cuando las orejas ya han completado su desarrollo, de modo que el cambio sea definitivo y se eviten posibles complejos durante la infancia o adolescencia.
Es importante destacar que lo más aconsejable es que la decisión nazca del propio niño o se base en señales claras de malestar (rechazo a peinarse, evitar fotos, comentarios de otros).
Operar demasiado pronto, sin que exista ese componente emocional, no tiene sentido. Pero cuando el niño o adolescente se siente afectado, la otoplastia es capaz de prevenir años de inseguridad o baja autoestima.
En adultos, los motivos son más estéticos, aunque el impacto emocional también es notable. La mayoría de pacientes describen tras la cirugía una sensación de liberación y confianza que no habían manifestado antes.
¿Cómo se realiza la otoplastia?
En la primera consulta, el cirujano evalúa la anatomía auricular y explica el plan personalizado. En la Clínica Salus Medical Clinic, especializada en otoplastia en granada, se presta especial atención a la simetría facial, la elasticidad del cartílago y las expectativas del paciente, con el objetivo de lograr resultados naturales.
El procedimiento suele realizarse bajo anestesia local con sedación (en adultos) o anestesia general (en niños pequeños). La duración promedio es de 1 a 2 horas, según la complejidad y si se intervienen ambas orejas.
A través de una pequeña incisión detrás del pabellón auricular, se remodela el cartílago para darle la nueva forma, y se fijan suturas internas que mantienen la posición. A posteriori, se coloca un vendaje compresivo que protege la zona durante los primeros días.
Recuperación y postoperatorio
La recuperación no suele presentar problemas. Aunque el paciente note molestias leves o sensación de presión, resulta fácilmente controlable con analgésicos.
Los niños suelen requerir una semana de reposo, mientras que los adultos pueden volver al trabajo o estudio en pocos días. Los resultados son visibles casi de inmediato una vez se retira el vendaje, aunque la forma definitiva se aprecia tras unas 6-8 semanas, cuando el cartílago cicatriza y se estabiliza.
Riesgos y seguridad
La otoplastia es una de las cirugías estéticas más seguras que existen. Como ya avanzábamos en párrafos anteriores, las complicaciones son poco frecuentes y, en general, leves: hematomas, entumecimiento temporal, picor o infección del cartílago (condritis). Efectos que se controlan con medicación y seguimiento médico. De ahí la necesidad de realizarla en centros acreditados y con cirujanos cualificados.
En Salus Medical Clinic, en Granada, la prioridad es la seguridad del paciente, empleando técnicas actuales y un seguimiento postoperatorio personalizado para garantizar una recuperación cómoda y resultados satisfactorios.
Beneficios estéticos y psicológicos
Más allá de la mejora visible, la otoplastia aporta equilibrio facial y autoestima. Muchos pacientes afirman sentirse más cómodos con su imagen, usar el pelo recogido sin complejos o disfrutar de fotografías sin preocuparse por el ángulo.
En niños y adolescentes, los beneficios psicológicos son aún más evidentes. No hay duda de que evitar burlas o inseguridades tempranas marca una gran diferencia en su desarrollo emocional y social.
Como puedes apreciar después de lo hasta aquí escrito, la otoplastia no persigue la perfección, sino la armonía y el bienestar. Se trata de una intervención sencilla que puede cambiar, literalmente, la forma en que una persona se ve y se siente.












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