Antienvejecimiento médico. Sinergias con el antienvejecimiento estético

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La medicina antienvejecimiento, ya de por sí una subespecialidad médica, ha evolucionado hasta el punto de dividirse, asimismo, en otras dos vertientes: la médica y la estética. Se trata de dos formas distintas de abordar la prevención y la reversión de los efectos del envejecimiento que, sin embargo, comparten mecanismos fisiopatológicos y principios; por lo que el manejo de ambas no solo es complementario, sino que ofrece importantes y necesarias sinergias.

Por el Dr. Iván Moreno

El antienvejecimiento médico ya es una realidad. La biogerontología es la ciencia que estudia los procesos de envejecimiento y cómo detenerlos. Y lo hace, no tanto para alcanzar la inmortalidad o una excepcional esperanza de vida (en inglés, lifespan) (fig. 1), sino para retrasar la aparición de dolencias y limitaciones asociadas a la edad, consiguiendo así aumentar la proporción de años con calidad de vida o longevidad saludable (healthspan).

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Fig. 1. Seals DR, et al Physiological geroscience: targeting function to increase healthspan and achieve optimal longevity. J Physiol 2015

Fundamentalmente, es una ciencia preclínica que ha descrito los diferentes mecanismos del envejecimiento y está consiguiendo detenerlos o revertirlos con resultados espectaculares en animales de experimentación que, en ocasiones, son portada de medios de comunicación y generan grandes expectativas.

Aunque queda mucho por andar, lo cierto es que tanto en su enfoque proactivo (optimización de la salud como eje de la prevención), como en los novedosos métodos de evaluación y tratamiento que ya son posibles, ya existe una biogerontología clínica que podemos aplicar en la consulta.

¿Dos, o cientos?

Podríamos decir que el antienvejecimiento era una subespecialidad médico-quirúrgica que, como tantas otras, a medida que ha aumentado el cuerpo de conocimiento y práctica se ha desgajado, en este caso, en dos: estética y médica.

En los tiempos del naming, branding y otras estrategias comerciales, es difícil elegir un término con el que referirse a este campo de la medicina y que sea correcto en el concepto a la vez que entendible y atractivo para los pacientes. Actualmente hay muchas denominaciones:

  • Biogerontología clínica: es correcto conceptualmente, terrible para los legos.
  • Antienvejecimiento y antiaging: conceptos que, clásicamente, se han asociado más con la medicina estética antienvejecimiento.
  • Age Management Medicine: usado en algunas sociedades científicas, refleja bien el objetivo de modular el proceso de envejecimiento, pero tiene difícil traducción al castellano.
  • Medicina regenerativa: buscar reparar el deterioro por la edad u otros procesos ya establecidos, más que prevenir.
  • Healthspan: conceptualmente correcto, muy pegadizo en inglés. En castellano se diría “longevidad saludable”.
  • Medicina de velocidad de escape: propuesta por algunos autores transhumanistas (Aubrey de Grey), que escapan del concepto clínico y enlazan con teorías futuristas sobre el fin de la muerte.
  • Medicina de optimización de la salud o medicina preventiva antienvejecimiento: orientan correctamente al objetivo de prevenir desde la salud.
  • Antienvejecimiento médico: sencillo y que permite hacer una distinción de concepto para los pacientes. Es una separación artificial en ocasiones, con áreas de superposición.

Así pues, hay muchos nombres con diferentes atractivos comerciales y potencia explicativa, pero como forma de simplificar y para marcar la diferencia de concepto en este artículo usaremos la dicotomía “antienvejecimiento médico/estético”.

Dos enfoques, mismo mecanismo

Lo cierto es que, aunque haya dos formas de abordaje en la prevención y reversión de los efectos del envejecimiento, los mecanismos que subyacen a este son únicos. Es muy conocido el esquema publicado por el Dr. López Otín (fig. 2), aunque ya se están proponiendo mejoras y objeciones al mismo.

Fig. 2. López-Otín, C., Blasco, M. A., Partridge, L., Cell, M. S., 2013. (n.d.). The hallmarks of aging. Elsevier. http://doi.org/10.1016/j.cell.2013.05.039

Compartiendo mecanismos fisiopatológicos, las sinergias de un enfoque combinado o complementario médico y estético son importantísimas.

Proactividad e integralidad

En la evolución de la medicina moderna se han propuesto unos principios de mejora que resumen las 4P (preventiva, participativa, personalizada y predictiva). Son principios muy relevantes y transversales a todas las especialidades médicas. A ellos se suman dos más, especialmente relevantes en la medicina antienvejecimiento médica y estética:

  • Inicio temprano y proactivo. En medicina antienvejecimiento, esperar a tener síntomas es sinónimo de saltarnos la prevención (con suerte, sería prevención secundaria). La prevención real comienza por trabajar desde la salud, mejorando el estado clínico y estético de los que aún consideramos sanos y en realidad están ya en estadios preclínicos de patología.
  • Enfoque integral e integrador. El principal factor de riesgo para la aparición de enfermedades es el envejecimiento. La prevención de diferentes enfermedades por diferentes especialistas nos lleva a enfoques parciales e ineficientes, donde solo estamos ganando tiempo para que aparezca otra enfermedad.
Fig. 3. Seals DR, et al Physiological geroscience: targeting function to increase healthspan and achieve optimal longevity. J Physiol 2015

Tanto en la mejora del envejecimiento estético como del médico, hay que hacer una evaluación y un abordaje integral entendiendo las relaciones y relevancia de los diferentes mecanismos.

Optimización hormonal como sinergia

Estos dos principios comunes –proactividad e integralidad–, así como el hecho de compartir mecanismos fisiopatológicos, hacen del antienvejecimiento médico y estético un área de la medicina con muchas analogías y sinergias posibles.

Hay pilares básicos del tratamiento que producen mejoras médicas y estéticas de forma indiscutible ya en ambos planos (control del estrés, inflamación, estrés oxidativo, exposición a tóxicos…) que ningún programa de antienvejecimiento debería dejar de recomendar. Hay otros que prometen excelentes resultados a nivel médico y estético pero que aún no tienen mucho rodaje clínico en humanos y apenas estudios, como la activación de la telomerasa o el uso de senolíticos y exosomas o células madre. Y, por otro lado, hay tratamientos que, a pesar de tener ya unos años y contar con mucha evidencia científica, no estamos usando correctamente y suponen una oportunidad perdida. Es el caso de la optimización hormonal.

La piel es un órgano endocrino, con producción de decenas de hormonas y receptores para otras tantas. La optimización hormonal ofrece beneficios a nivel médico y estético, y modula sinergísticamente el efecto de otros tratamientos estéticos tópicos.

Los niveles hormonales se alteran con la edad y, lejos de ser un proceso protector o fisiológico, este acelera el deterioro de muchos tejidos y funciones, además de producir una pérdida de calidad de vida. Sabemos que el estradiol, la progesterona, la DHEA, la testosterona, la melatonina, la hormona de crecimiento y otras disminuyen. Y, por otro lado, el aumento del cortisol y la insulina y la disregulación de grelina y leptina facilitan la aparición de problemas crónicos de salud. Además, hay disruptores endocrinos que impiden el correcto funcionamiento de las ya de por sí alteradas cantidades de hormonas.

Armonizar y optimizar los ejes hormonales tiene un papel indiscutible en el mantenimiento de la salud

La optimización hormonal busca conseguir niveles óptimos, personalizados y continuados como forma de evitar el papel que las alteraciones hormonales tienen en el envejecimiento. En algunos casos habrá que reponer; en otros, reducir. Pero armonizar y optimizar los ejes hormonales tiene un papel indiscutible en el mantenimiento de la salud.

A tener en cuenta

Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, ¿por qué no estamos usando estos tratamientos de forma generalizada? Hay varios motivos:

Son difíciles de ajustar. Las hormonas no son un suplemento ni una vitamina… son hormonas. Los niveles circulantes no siempre representan los niveles tisulares de forma fiable; los síntomas son tan importantes como los niveles, y hace falta estar muy versado en ver este tipo de pacientes para hacerlo bien.

No hay “un nivel normal” ni una “dosis correcta”. Cada persona tiene un rango óptimo según su densidad de receptores hormonales de superficie, características clínicas y objetivos de salud. No hay dos personas iguales ni dos tratamientos iguales.

No todas las “hormonas” son hormonas. El perfil de seguridad del estradiol, la progesterona y la testosterona nada tiene que ver con los estrógenos equinos, las progestinas y los andrógenos de síntesis. La seguridad de las hormonas bioidénticas frente a los fármacos derivados hormonales está ampliamente evidenciado en la literatura científica.

Hay que conocer en profundidad el área. La optimización hormonal requiere de un profundo conocimiento de la medicina basada en la evidencia en este campo, que va mucho más allá de la última guía o la recomendación de un experto o un repositorio tipo UpToDate. Si no se es un experto, hay que evitar iniciar el tratamiento. Por muchas promesas de foros y blogs que leamos, la “chupifiesta de las hormonas” es un error clínico (incluso con hormonas bioidénticas).

En otro artículo podríamos profundizar en cada una de ellas, pero, de forma general, se adjunta una tabla resumen de revisión de evidencias del efecto en la piel de hormona tiroidea, estradiol, progesterona, testosterona en hombres y mujeres, hormona de crecimiento, DHEA y melatonina, sobre la que cabe comentar:

  • todas las hormonas mencionadas tienen una plausibilidad biológica para la optimización hormonal.
  • en casi todas hay una asociación demostrada entre el declinar de los niveles con la edad y el deterioro cutáneo.
  • en todas hay evidencia de beneficio cutáneo al usarlas como tratamiento sistémico.
  • en la mayoría hay evidencia de beneficio cutáneo al usarlas tópicamente como tratamiento antiaging o como complemento de un tratamiento estético.
  • la seguridad es ampliamente conocida en todas ellas, siempre que se elijan hormonas biodénticas y se ajusten niveles.

La seguridad de las hormonas bioidénticas frente a los fármacos derivados hormonales está ampliamente evidenciado en la literatura científica

La idoneidad de su uso no depende solo de los beneficios cutáneos, sino de sus efectos pleiotrópicos a otros niveles. Y el beneficio-riesgo es claramente positivo. Por poner un ejemplo: una mujer que prolongue sus niveles óptimos de estradiol 10 años tras la menopausia no solo tendrá mucho más colágeno o responderá mejora a las técnicas estéticas que buscan mejorarlo, tendrá también un 40 % menos de mortalidad cardiovascular. En definitiva, al trabajar sobre el envejecimiento en sí, mejoramos todos los sistemas.

A modo resumen

Ya hay una subespecialidad con métodos diagnósticos y terapéuticos avanzados para modular y frenar el envejecimiento médico. Expandir la salud de los sanos es la mejor manera de prevenir enfermedades.

A medida que las técnicas terapéuticas y el campo de conocimiento se expande, la medicina antienvejecimiento se está subdividiendo en una rama técnico-quirúrgica y una médica. El manejo en ambas vertientes no solo es complementario, sino que ofrece importantes sinergias. En una medicina antienvejecimiento de vanguardia debería formar parte de un plan de tratamiento integral y proactivo.