La fiebre por los fármacos reguladores del azúcar en sangre, popularizados como producto para adelgazar, y liderados por Ozempic, ya lleva varios años, y parece que empieza a amainar, pero sigue vigente, igual que el debate en medios de comunicación y entre la sociedad. El doctor Leo Cerrud, médico estético, nos da su opinión sobre las implicaciones médicas y éticas de este fenómeno.
Entrevista a Leo Cerrud. Fármacos para adelgazar.
Pregunta- Para ponernos en contexto, ¿qué es este medicamento, y por qué se pierde peso con él?
Respuesta- Se trata de un medicamento de aplicación intradérmica que se utiliza para regular los niveles de glucosa en la sangre de pacientes con diabetes tipo II. Pertenece al grupo de medicamentos que solían llamarse “hipoglucemiantes”, y que hoy en día se denominan “medicamentos reguladores de los niveles de azúcar en sangre”.
Se pierde peso porque este medicamento, como efecto secundario, inhibe o disminuye el apetito, e incluso también genera saciedad inmediata. Adelgazar con Ozempic es como un sueño: no hay sufrimiento ni esfuerzo, disminuye el apetito, y además produce saciedad rapidísimo.
P.- ¿Hay precedentes de estos medicamentos?
R.- Por supuesto, desde siempre se han utilizado los medicamentos reguladores del azúcar en sangre como ayuda en los tratamientos de pérdidas de peso por su efecto sobre el apetito. Esto no es nada nuevo, lo nuevo es que esta molécula tiene casi 100 veces más de efectividad que los medicamentos anteriores y, sobre todo, que tanto la FDA americana como la CE europea le han otorgado la categoría de “Medicamento para la pérdida de peso”, generando una especie de histeria colectiva que ha producido un desabastecimiento del producto a nivel mundial.
“Desde siempre se han utilizado los medicamentos reguladores del azúcar en sangre como ayuda en los tratamientos de pérdidas de peso”
P.- ¿Cuáles son sus beneficios y sus riesgos?
R.- Su beneficio más evidente es la pérdida infalible y drástica de peso de una manera nunca antes vista. Puede tener numerosos efectos secundarios: náuseas, vómitos, diarrea o cefalea, entre otros. No obstante, suelen aparecer solo al principio, y son tolerables.
P.- ¿Cuál es la situación actual? ¿Cómo se consigue este medicamento y cómo lo está consiguiendo la población?
R.- Se vende exclusivamente en farmacias bajo receta médica. Es supernecesario que un endocrino, un médico estético o un internista acompañe y dirija al paciente en este proceso. No se debe nunca utilizar este producto sin orientación médica. Hay también un creciente mercado negro de este producto debido al desabastecimiento. Esta vía no es nada recomendable debido a la imposibilidad de saber la autenticidad de los medicamentos conseguidos fuera del circuito habitual de farmacias.
P.- ¿Qué posición tiene con respecto al debate y las cuestiones morales que acompañan este tema?
R.- No veo cuestiones morales aquí. Es un medicamento diseñado con un fin (regular el azúcar en sangre), del que se ha descubierto, por error o no, que funciona divinamente para otro fin (la pérdida de peso). Como la viagra en su día, o la propecia. Moralmente no veo las implicaciones, y científicamente ya ha sido aprobado para la pérdida de peso. Nuestros organismos reguladores son rigurosos y estrictos y, por lo tanto, merecen nuestra confianza.
P.- ¿Cuál es, entonces, su valoración personal con respecto a su uso para este fin?
R.- Los desinformados y polémicos se llevan las manos a la cabeza porque “estamos usando un medicamento para diabéticos con fines estéticos”. Primero, esto no es nada nuevo; y, segundo, el sobrepeso y la obesidad son enfermedades (sí, enfermedades) de carácter crónico, multifactoriales, muy difíciles de manejar, y de poco o nada sirve simplemente dejar de comer el postre y seguir una dieta mediterránea. Es todo mucho más complejo, y por eso se ha convertido en esta gran pandemia del siglo XXI.
“Este medicamento es un arma más en el tratamiento contra la obesidad; no es la única, y tampoco será la última.”
P.- Precisamente, los problemas de peso suelen venir asociados a otros problemas psicológicos. ¿Cómo debería valorarse esta perspectiva si se utilizan este tipo de medicamentos?
R.- El Ozempic ha venido para quedarse, ya llevamos varios años con esto. Se trata de un arma más en el tratamiento contra la obesidad; no es la única, y tampoco será la última. Los seres humanos hemos comido, comemos y seguiremos comiendo persécula seculorum. Mientras haya comida, habrá obesidad, y mientras haya obesidad, habrá tratamientos. Esto es solo el principio. Es muy fácil criticar por criticar, sin rigor ni evidencia científica.
En cuanto a la pregunta, por supuesto, siempre es conveniente recomendar terapia psicológica en los tratamientos de pérdida de peso importantes. Tener a un psicólogo en el equipo ayuda con el tratamiento y mejora el resultado.
P.- ¿Cómo podría resolverse el problema del desabastecimiento en farmacias?
R.- Esto no nos compete a nosotros, médicos estéticos o periodistas. Pero, por sentido común, yo diría que el desabastecimiento ha sido temporal y se resolvería aumentando la capacidad de producción del medicamento por parte del laboratorio. El desabastecimiento se produce por la popularidad del medicamento, el aumento de la demanda y la compra indiscriminada una vez que se aprueba oficialmente el uso del medicamento para la pérdida de peso.
Ahí está el quid de la cuestión: ¿cuándo se acaba el producto? Cuando se aprueba oficialmente para pérdida de peso. ¿Quién quiere perder peso? Prácticamente la gran mayoría de la población, con o sin razón. No es lo mismo tener que perder 60 kg que te sobran a querer quitarse los “kilos de Navidad” o hacerte una operación bikini antes del verano. Pero ¿quién decide qué es lo más importante? ¿Los dos kilos de la modelo influencer, o los 60 del obeso? Creo que se debería priorizar la salud sobre la estética, porque antes de ser estético soy médico.
P.- Entonces, ¿a qué pacientes lo prescribiría?
R.- Yo lo prescribiría a todo el que lo necesite. Es decir, a todas las personas que quieren perder peso y que han tratado sin éxito todos los métodos clásicos anteriores a este. Esa es la línea que yo pondría.
P.- ¿El acceso “fácil” a medicamentos puede hacer que se trivialice su uso, que se ejerza un abuso o un uso no responsable?
R.- El acceso no es “fácil”, se necesita receta médica. Habría que apelar entonces a la moral y al buen hacer de cada médico para que no haya una prescripción indiscriminada de este medicamento. De todos modos, cualquier medicamento puede ser objeto de uso indiscriminado, no responsable y abusivo por parte de la población.
P.- Para dejar esto claro, de cara a la población general, ¿qué consecuencias puede tener adquirir este medicamento en el mercado negro?
R.- Pues desde que no te haga efecto hasta que sea dañino para la salud.
P.- Si se recetase este medicamento para la pérdida de peso, ¿habría que acompañarlo de unos buenos hábitos? ¿Existe, si se deja de utilizar, el “efecto rebote”?
R.- Todos los tratamientos de pérdida de peso están acompañados o deberían estar acompañados por un equipo multidisciplinar que guíe al paciente en esta ardua, aburrida y hostil tarea de adelgazar. Una de las cosas en las que más se insiste es justo en el cambio de hábitos. Y ese es precisamente el truco para que la persona no vuelva a subir de peso una vez que deje la dieta o el tratamiento y vuelva a comer “normal”. De todos modos, el “efecto rebote” aquí no se aplica. Es decir, si dejas la dieta y vuelves a comer como comías antes, lógicamente vas a volver a engordar.
Si dejas la dieta y has conseguido cambiar algunos hábitos, es posible que no vuelvas a engordar; y, esto es precisamente lo más difícil. Perder peso es relativamente fácil, lo que es tremendamente complicado es mantenerlo.
El “efecto rebote” es un concepto farmacológico medicamentos que tiene que ver con saturación de receptores y con el hecho de que algunas medicinas, si se toman mucho o mal, producen el efecto contrario al deseado, es decir, un efecto rebote. Pero todo el mundo mal llama “efecto rebote” en una dieta cuando alguien la deja, come “normal” y vuelve a engordar.
Dr. Leo Cerrud
Médico estético.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Nacional de Panamá y especialista en Medicina Estética y Nutrición.
Ejerce la medicina desde 1990, actualmente en su propia clínica en Madrid y en el Royal Center de Marbella, en Panamá. Médico colaborador en pasantías y tutor de tesis
del Máster de Medicina Estética y Antienvejecimiento de la Universidad Complutense de Madrid.
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