La ginecología estética ha visto una creciente demanda, tanto de pacientes, como de profesionales médicos que buscan dar una solución a los problemas y preocupaciones asociados a esta. Una de ellas es la flacidez vulvar, condición que nos ocupa en este artículo, y en el que comparto mi tratamiento de elección.
Por la Dra. Cristina Pages.
El término vulva lleva consigo la disparidad que la caracteriza. No existe una apariencia estándar de la vulva; la gran variedad de formas, tamaños y tonalidades de los labios menores y mayores hacen imposible unificar esta estandarización.
Aunque no exista la denominada “vulva normal”, la apariencia deseada de los genitales ha ido cambiando a lo largo de los años, los países y las culturas hasta llegar, hoy en día, a la búsqueda frecuente de ciertos prototipos, como son las vulvas de aspecto virginal. La popularización de la depilación integral de esta área y el acceso a la visualización de los desnudos a través del mundo digital ha permitido la extensión de esta preferencia a la hora de elegir este tipo de cirugía íntima.
Hay que tener en cuenta que la cirugía íntima genital no es algo que haya surgido en nuestros días: la inquietud de la mujer por buscar cánones de belleza y salud se remonta al siglo I, pero no fue hasta el siglo VII que se documentaron procedimientos cosméticos en los genitales femeninos.
Actualmente son tres las razones principales que se encuentran para que la mujer se someta a una cirugía plástica femenina: la mejora de la autoestima por razones estéticas, las intervenciones de naturaleza reconstructiva, y por motivos funcionales, como molestias o falta de sensibilidad durante las relaciones sexuales.
La longevidad y un gran número de factores de riesgo pueden hacer perder o modificar la anatomía vulvar, pero esto es algo que podemos mejorar y vencer con las terapias regenerativas. Entre ellas contamos, por ejemplo, con los hilos tensores, como fuente para generar los componentes principales que conforman esta área y que los tejidos van perdiendo con el proceso normal de envejecimiento, como son el ácido hialurónico, el colágeno tipo I y III, la elastina y la grasa. La condición de flacidez vulvar, que nos ocupa en este artículo, puede ser revertida de manera individual o en combinación con otros procedimientos.
Causas y anatomía
El término flacidez vulvar se refiere a la pérdida de tensión e hiperlaxitud en el área mencionada. Los factores más influyentes que predisponen a estos cambios en el área genital son el estiramiento excesivo –ya sea por embarazos y partos o por traumatismos– y los factores hormonales.
Es importante considerar que, con la bipedestación como cambio evolutivo, las fuerzas de la gravitación afectan a una mayor hiperextensión de las estructuras del tejido conectivo, y más si existen condiciones que aumenten la presión pélvica e intraabdominal.
Para entender cómo se manifiesta la flacidez vulvar debemos atender a los diferentes componentes de los labios mayores o pubis, que son principalmente:
- La piel, donde puede verse esa flacidez, pérdida de turgencia, arrugas finas y alteración de la función de barrera.
- La grasa subcutánea. En esta lipodistrofia acontece la pérdida de barrera y amortiguación en la zona.
- El tejido muscular, con pérdida del apoyo y tonicidad del área vulvar.
Opciones de tratamiento
El rango de edad de las pacientes que más solicitan una solución para esta flacidez del área vulvar está entre los 35 y los 65 años, rango de edad en el que la mujer ya ha sufrido tanto los factores hormonales como los traumatismos ocurridos en esta área.
En cuanto a las opciones de tratamiento disponibles, Felicio fue el primero en describir, en el año 2007, la mejora estética de los labios mayores mediante el injerto de grasa autóloga. A partir de ahí se han ido describiendo una gran cantidad de técnicas para este fin. Entre ellas se ha informado de la utilización de hidroxiapatita cálcica, ácido hialurónico, terapias basadas en energía y una gran innovación como son los hilos tensores, con grandes y satisfactorios resultados por parte de las pacientes, técnica en la que nos centraremos en esta ocasión. Otra alternativa a la que se puede recurrir es la quirúrgica, mediante técnica de colgajos.
Hilos: elección y técnica
La tecnología de hilos tensores, como técnica mínimamente invasiva a nivel facial y corporal, ha tomado gran liderazgo a lo largo de los años, pero es ahora cuando se están obteniendo sus frutos en la especialidad de ginecología por sus dos mecanismos de actuación: su efecto regenerativo y su posibilidad de generar tensión. Estos dos beneficios han mostrado su efectividad para su uso estético en zonas íntimas, al mismo tiempo que mejoran la funcionalidad de ciertos órganos y sistemas.
Existen hilos de diferentes materiales: polidoxanona, ácido poliláctico, policaprolactona, silicona, etc.; y se trata de una consideración muy importante a tener en cuenta a la hora de su utilización, por la diferente capacidad de generar colágeno tipo I y III y elastina, por su capacidad para la angiogénesis y por su durabilidad.
Los hilos que mejores opciones nos brindan, por su mayor eficacia, su largo tiempo de reabsorción y un menor periodo de rehabilitación son los combinados con PL/PCL, a los que se une una envoltura de ácido hialurónico, confiriéndole revitalización adicional, rápida recuperación y reducción de la gravedad con menor respuesta inflamatoria. Otra de las grandes ventajas que pueden sumarse a la inserción de los hilos tensores es el control ecográfico que puede realizarse hasta la completa reabsorción de los mismos.
La técnica de inserción de hilos para la flacidez vulvar es sencilla y eficaz. Se realiza con anestesia local y consiste en crear una red de hilos como matriz para la regeneración tisular para la formación de colágeno y una delimitación de la anatomía labial vulvar. Esta red se dispone en abanico, debajo del Dartos. Se debe realizar con hilos barbados bidireccionales o multidireccionales, según la necesidad, para permitir la tracción antigravitatoria y poder compensar la ptosis de labios y pubis que se desea corregir.
A su vez, se insertan hilos en disposición espiral para conseguir crear un efecto más voluminizador y resistente que perdure en el tiempo. A veces es necesario reducir el tamaño del introito, debido a la gran amplitud de este por elongación muscular o reparación deficitaria del cuerpo perineal tras lesión en el parto. La técnica de inserción debe ser llevada a cabo por un profesional debidamente especializado en la técnica y con los conocimientos anatómicos suficientes para minimizar las complicaciones relacionadas con la inserción.
Estos hilos se encuentran introducidos en cánulas con pequeños calibres para minimizar el daño tisular y facilitar su inserción.
Resultados y conclusión
Las contraindicaciones para el uso de esta modalidad de tratamiento quirúrgico mínimamente invasivo y regenerativo son pocas, pero entre ellas podemos mencionar la alergia a estos biomateriales y a los anestésicos locales, enfermedades oncológicas en etapa activa, enfermedades autoinmunes, enfermedades de transmisión sexual activas o el postparto (hasta el año).
El resultado estético es muy bueno de manera individual, aunque puede ser mejorado con la combinación de técnicas regenerativas concomitantes o en un segundo tiempo. La única que será incompatible en su pronta utilización posterior es la tecnología HIFU (ultrasonido focalizado de alta intensidad), debido a la termolabilidad de los hilos, aunque alternando el orden de su utilización los resultados mejoran de una manera significativa.
Existen algunos estudios comparativos sobre el tratamiento de la flacidez vulvar con diversos materiales como el ácido hialurónico y la hidroxiapatita cálcica, sin mostrar la superioridad de uno sobre el otro.
En cuanto a la recuperación, las pacientes se incorporan a su vida diaria inmediatamente, con abstención de relaciones sexuales y baños de asiento durante un periodo de 20 días a 1 mes. El riesgo de sangrado, hematomas, infecciones o dolor es mínimo, y si se dan, suelen ser resueltos sin secuelas posteriores.
Los hilos tensores son una gran opción para la flacidez vulvar, que puede y debe ser considerada como una alternativa óptima para superar este cambio anatómico que acontece fisiológicamente, y que cada mujer padecerá a lo largo de su vida de manera diferente, ligada a sus características físicas, genéticas, y su modo de vida.
Por otro lado, se necesitan ensayos controlados aleatorios diseñados para comparar las diferentes técnicas, realizar protocolos de actuación y combinación de tratamientos y evaluar su impacto en resultados funcionales.
Dra. Cristina Pages.
Doctora especialista
➤ Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
➤ Especialista en Ginecología y Obstetricia (2001-2005) y en Patología y Cirugía reconstructiva de Suelo Pélvico.
➤ Experta en Ginecoestética Médica por la Universidad Rey Juan Carlos; y en Suelo Pélvico Masculino y Femenino por la Universidad Francisco de Vitoria.
➤ Máster en Sexología Clínica por la Universidad
de Valencia.
➤ Formadora internacional de Aptos en hilos tensores para defectos ginecológicos. Formadora nacional de Q-REM (SARC) para técnicas regenerativas ginecológicas. Formadora de múltiples técnicas quirúrgicas en el Área de
Patología del suelo pélvico para Neomedic International.
➤ Docente en el Máster de formación permanente en Ginecoestética funcional de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
➤ Ponente en congresos nacionales e internacionales sobre hilos tensores y medicina regenerativa.
➤ Ejercicio en centro privado del Grupo HM I.M.I. (Madrid y Toledo) y en Clínica Sandra de Oliveira (Madrid)
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